A favor
Progreso Nacional y Popular
Coto, Joaquín- Rabaia, Mariano
Al
momento de la elección de Néstor Kirchner por el año 2003, nuestro país
se encontraba en default, con casi un 30% de desempleo, 11 millones de
indigentes y un 50% de pobres. Esto fue consecuencia de una etapa
neoliberalista, en la cual se buscó la destrucción de la industria
nacional y la progresiva privatización de las empresas nacionales.
Hoy
en día podemos notar que el conjunto de estrategias en materia de
política económica desde 2003 generaron una reforma en el modelo de
desarrollo, produciéndose el cierre de un ciclo de hegemonía financiera.
Las medidas fueron diversas y actuaron en diferentes puntos neurálgicos de la economía.
En
un primer término, la renegociación de la deuda con quita del 65 por
ciento. Así, la deuda dejó de ser un condicionante como en el período
anterior y se ha tornado más dócilmente. Como consecuencia, en el 2003,
la deuda del sector público nacional constituía el 139 por ciento del
PBI; en el 2009 bajó hasta el 49,1.
A
su vez, en 2003, el 76% de la deuda estaba designada en moneda
extranjera y tenían plazos de pago de 6.9 años; hoy bajó a poco más del
50 % y los plazos llegan a 12.7 años. Finalmente, al principio de esta
gestión, la deuda era un 722 % superior a las reservas; en la
actualidad es apenas el 120 %.
En este marco, se produjo un abrupto proceso de desendeudamiento por el canje de la deuda y los sucesivos pagos al FMI.
En
segundo lugar, el superávit comercial y el superávit fiscal produjo la
acumulación de reservas y creció la independencia económica. En este
aspecto, la política de cambio competitivo admite el crecimiento de las
exportaciones y como consecuencia, la sustitución de las importaciones
generándose el florecimiento de la industria y como consecuencia,
abriéndose diversos puestos de empleo. Otra medida importante, fue las
retenciones a las exportaciones de productos primarios que permitieron
crear reservas y un aumento de la recaudación, producto de estas mayores
tasas de empleo que conllevan al superávit fiscal.
Terceramente,
el desarrollo económico de más de un 70 por ciento desde el 2003, con
una alta capacidad de ahorro, con un notable crecimiento industrial y
con la apertura de puestos de trabajo masivos. Por ejemplo, la industria
metalúrgica creció un 125 por ciento en el período y, por su relación
con otros tipos de industrias, generó el crecimiento paralelo de otras,
como la automotriz. En el 2010, la industria es el factor más importante
dentro de la economía y es por esto que es tan valorado por el
gobierno.
Como
cuarto punto tenemos a la distribución del ingreso. La diferencia entre
la población más poder adquisitivo y el sector más pobre se redujo en
un 60 % (entre el 2003 y 2010). Del mismo modo, los niveles de pobreza
bajaron a un 12 % y la tasa de desempleo descendió a 7,5 %. Esto fue
consecuencia de la Asignación Universal por Hijo (AUH) que llega a casi 4
millones de nenes y descendió niveles de indigencia, aumentó 20% en la
escolaridad. En salud, subió un 40 % la tasa de vacunación. Además se
reactivaron las ventas en negocios de los barrios más carenciados,
especialmente los relacionados a los alimentos, viéndose un gran aumento
del consumo. Resumiendo, el establecimiento de un modelo de
valorización de la producción generó un creamiento progresivo de la
inclusión social por dicha generación de puestos de trabajo, que
produjo descensos descomunales de la pobreza y los índices de
indigencia, a su vez como consecuencia de un proceso de redistribución
del ingreso más equitativo e igualitario, a través de asignaciones como
la Asignación Universal por Hijo.
En
quinto puesto, en materia salarial, se actualizó el salario mínimo
vital y móvil y recomenzaron a funcionar las Convenciones Colectivas de
Trabajo. En el 2010, el salario mínimo era de 1840, más de 900 % por
encima que en el 2003. A su vez, hubo un descenso del empleo en negro
del 49,7 a 36,5 en este período. Dentro de este mismo punto, en materia
jubilatoria, el gobierno K reguló el negocio de las AFJP e hizo
paulatinos aumentos en la jubilación mínima (llegándose a un 718% más
que en el 2003). Otro punto a favor es la ampliación de la cobertura
previsional agregándose cerca de 2 millones y medio, llevando a tasas
del 57 al 90%.
En un sexto punto, relacionado con los problemas con el campo, el
gobierno intentó a partir de la resolución 125 luchar por los intereses
de las masas contra los intereses de unos pocos oligarcas latifundistas,
que pretenden, hoy en día, más de un centenar de años después, impulsar
el restablecimiento de un modelo agroexportador que no sólo no
beneficia al país por que lo estanca económicamente, sino que sólo
enriquece a aquellos que producen en el campo, siendo este generador de
–muy- pocos puestos de trabajo. En consecuencia, si la economía se
tornara y especializara en la producción y exportación de bienes
primarios veríamos un abrupto quiebre en ella y volveríamos a épocas
nefastas donde la desocupación y la pobreza reinasen. Es por esto que en
este aspecto, el modelo económico K se plantó en contraposición a dos
grandes modelos económicos históricos en el país: el neoliberalista que
venía como legado de los gobiernos anteriores y el modelo agrario
impulsado por sus entidades. En este marco, fundó un nuevo modelo que
buscaba la industrialización para la inclusión social, nacional y
popular.
Finalmente, la Argentina fue un importante factor activo en cuanto a la
negación al ALCA (el ALCA – Área de Libre Comercia de las Américas- era
un modelo de libre comercio encauzado al apoyo de los intereses de los
EEUU y sus compañías, mediante la cual, las industrias latinas y sus
obreros quedaban indefensos), y como contragolpe, se estimuló la
creación de la Unión Sudamericana de Naciones (UNASUR), siendo Néstor
Kirchner el primer secretario general, sellando un vía de protección de
los intereses de los países que la componen frente a los proyectos
codiciosos de las potencias mundiales (especialmente EEUU) y controlando
los problemas políticos internos como en Ecuador, Bolivia, Hondura,
Venezuela y Colombia. Del mismo modo, en materia internacional,
Argentina propugnó la lucha contra los paraísos fiscales y denunció las
crecientes especulaciones financieras en diversos foros económicos como
el Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas.
En Contra
El Modelo Vicioso
El
modelo Kirchnerista comenzado en el 2003 gira en torno a una economía
que sea fuertemente beneficiada por el contexto internacional;
permitiendo las divisas de estos llevar a cabo un importante gasto
público. Sin embargo, veremos como todo esto se desarrolla de un modo
nocivo para la economía.
Las
exportaciones siguen siendo hoy uno de los ejes de la economía puesto
que los altos precios de los commodities junto con la demanda de asia
permiten capear los efectos de la crisis en Estados Unidos y Europa al
tiempo que crecen el gasto público y el consumo interno, al igual que
durante casi toda la década.
Al
observar la economía Kirchnerista no se puede dejar de señalar como un
tópico puntiagudo los altos niveles inflacionarios existentes desde el
2010. Entre el 2002 y el 2005 la inflación había sido retenida a través
de tarifas congeladas, salarios sin movimiento y commodities a precios
altos. Sin embargo, luego de la recesión del 2009 la inflación se
disparó, jugando un papel central en el consumo (público y privado) que
son uno de los motores de la actividad económica. La inflación arrastró
con ella a dos ganadores; por un lado al Estado Nacional, y por otro a
los sindicatos de mayor importancia (ya que estos consiguen mejores
recomposiciones salariales).
Con
mayor inflación el estado recauda más por cobrar mayores impuestos
inflacionarios, por ejemplo. A su vez, los pagos por seguridad social
también crecen en su valor, engrosando la caja nacional de las ANSeS
(vale recordar en este punto el zarpazo del gobierno a través del cual
se hizo con las cajas de las AFJPs). En cuanto al gasto estatal, una de
las problemáticas que plantean la inflación está vinculada a los valores
nominales de las distintas partes del presupuesto. En los planes
sociales vemos que la inflación los estimula y de este modo crece el
clientelismo político. Esto ocurre por ejemplo con la Asignación
Universal por Hijo.
Por
otra parte, la inflación también aumenta los costos. Esto lo vemos con
el sector productivo, donde la actividad económica se expandió en el
2010 en relación con el año anterior. Así aumentan los costos de las
empresas en torno a los salarios, servicios públicos, etc. Por lo que
disminuyen las posibilidades empresariales de generar empleos. Las
inversiones también se desarrollan de un modo más tímido.
Antes
hacíamos referencia a las exportaciones; es importante decir que la
recuperación de las mismas, como decíamos, tiene mayor peso por la
demanda asiática, pero también se destacan el impulso dado desde Brasil.
Por efecto inflacionario, el tipo de cambio real es menor para las
exportaciones, y menor la competitividad ante los productos de otros
países, quienes evidencian menores costos relativos para su producción.
Como resulta evidente, esto no beneficia a las exportaciones.
Además
es menester mencionar que este paupérrimo manejo de la inflación genera
consecuencias sociales más que relevantes; la inflación encrudece la
puja distributiva, agrandando entonces la brecha entre los ganadores y
los perdedores del sistema, puesto que los pobres no tienen capacidad de
respuesta frente al aumento del valor de los productos, por eso
consideramos que la inflación funcinoa como el impuesto más regresivo
existente, diezmando la equidad de una población al tiempo que el
gobierno que la ocasiona se denomina popular. A su vez los aumentos
inflacionarios generan incertidumbre en la población.
Entonces
es necesario analizar como se regula la inflación: este rol lo cumple
el Banco Central, quien debería perseguir la estabilización económica
para tornar la situación en sustentable, a través de una emisión
inteligente de moneda y una política fundamentada del manejo de ahorros.
Sin embargo, durante las gestiones Kirchneristas, este ha estado lejos
de ser el papel del banco central. Este pasó a ser una fuente generadora
de crédito tanto público como privado, financiar el déficit del tesoro
de la nación y pagar la deuda pública de la misma.
El
consumo es uno de los nortes de la política económica del actual
gobierno, muy por encima de la captación de inversiones, afectada por la
mentada incertidumbre. A su vez, las exportaciones, a pesar de los
buenos precios en los mercados extranjeros, se ven limitadas por
retenciones y prohibiciones a ciertos productos agroindustriales (a
diferencia de lo ocurrido en los excelentes años '90 bajo la muy
brillante presidencia de Saul Mendem). También se ponen trabas a ciertas
importaciones para “alentar” la industria nacional con la aparición de
PYMES.
El
gasto público se incrementa paulatinamente para sostener el consumo,
como en el caso de los subsidios (lo que podría cambiar en el corto
plazo) y los planes sociales que se entregan con grandes facilidades.
Por
todo esto es que resulta evidente que este modelo vicioso, centrado en
las divisas que proveen las exportaciones, ha de estrellarse contra un
muro al no poder sostenerse el consumo interno a través del gasto
público innecesario que se desarrolla hoy en día.