La
economía Argentina sufrió un largo proceso de destrucción, que había
empezado en 1976 con la última dictadura militar y había continuado en
los ’90, ambos períodos bajo una política económica neoliberal que
explotó en diciembre 2001 con la crisis, el corralito y un enorme
descontento social, debido al aumento vertiginoso del desempleo, la
pobreza y la indigencia, la fractura del mercado de trabajo y,
consecuentemente, la aparición de problemas de inseguridad desconocidos
hasta entonces. La situación cambió a partir de la asunción de Néstor
Kirchner en 2003, con un cambio radical de la política económica y un
rumbo muy distinto al de las décadas anteriores. Este fue uno de los
principales factores que cooperó en la salida de la crisis y la
recuperación económica, que abandonó la búsqueda de soluciones a través
de la asistencia de otros países y se dedicó a afianzar el control sobre
los principales instrumentos de la política macroeconómica: la moneda,
los pagos internacionales, el presupuesto, y el tipo de cambio. Todo
esto permitió, en parte, aprovechar esta consolidación de la economía
local para resolver el problema de la deuda y así, a comienzos de 2006,
cancelar completamente la que estaba pendiente con el FMI. La inversión y
el consumo dieron sus frutos, provocando un aumento acumulado del PBI
del 60%, mientras que la inflación, consecuencia natural de todos estos
procesos, se mantuvo en niveles manejables.
En
este proceso hubo un pequeño tiempo de incertidumbre, durante el 2008
en pleno conflicto con “el campo”, causado por algunos problemas que se
fueron acumulando: el aumento de gasto público excedió el del
crecimiento de los ingresos aportados por los impuestos, los incentivos
que se ofrecieron en desde el principio de la crisis comenzaron a
debilitarse. A su vez, se sumaba a todo esto el contexto internacional,
en el cual una crisis financiera causada por las hipotecas suprime del
mercado estadounidense provocaba grandes secuelas a las economías
locales, a través de la contracción del gasto y el empleo, con su
respectivo impacto en el comercio internacional. El aspecto en el cual
la crisis afectó nuestro país fue por la baja de los precios
internacionales y las bajas expectativas de la sociedad y los operadores
económicos. Ahora bien, hay que destacar que nuestro país actuó
inteligentemente desde el estallido de la crisis, ya que Argentina se
financió con recursos propios y no con créditos internacionales, error
que ha cometido a lo largo de toda su historia y paradigma que fue
modificado por el proyecto económico del gobierno actual. Esto permitió,
además, que el sistema bancario se mantenga sólido y solvente y no haya
un debilitamiento de la moneda que vuelva a calar hondo en la economía
local. Por otro lado, la estatización del sistema de previsión social y
la creación de la ANSES permitieron recuperar el control estatal del
ahorro interno presento en el sistema jubilatorio, lo que fortaleció las
finanzas públicas y planteó como desafío la ampliación de la capacidad
productivo, lo que fue muy útil en un período, como dijimos, muy
difícil. En resumen, entre 2008 y 2009, a raíz de esta suma de
acontecimientos negativos devino una fuga de capitales, reaparecieron
las reacciones preventivas frente a situaciones inciertas, bajó en menor
medida la inversión y el consumo así como las exportaciones por la
crisis y la sequía, lo que produjo una reducción nominal del PBI y el
empleo. No obstante, la economía argentina no genera deuda en los pagos
internacionales, sino superávit, las finanzas públicas no son tan
sólidas, pero siguen bajo control, mientras que la actividad privada y
la pública se financian con ahorro interno y comienzan a observarse
signos de reactivación económica.
Hoy
el país se encuentra completamente recuperado, aunque es necesario
tener cuidado con la crisis, y el gobierno ha mostrado que esta
situación se lleva parte de la atención del Ministerio de Economía, por
eso no va a seguir gastando en cosas innecesarios, como los subsidios de
los ricos. De este modo, el PBI aumenta año a año, las exportaciones
están en uno de sus puntos más altos, al tiempo que son beneficiadas por
el cambio alto. Asimismo, a lo largo de estos años se ha llevado a cabo
un proceso largo y efectivo de industrialización, para lograr, en
primer lugar, que más gente tenga trabajo, con el objetivo a largo plazo
de lograr el pleno empleo (o estar lo más cerca posible) y por otro,
que el país comience a producir lo que consume, con otro objetivo a
largo plazo que es poder autoabastecerse con productos de calidad o
superior a los que actualmente se deben importar.
En
conclusión, todo este proceso económico nos demuestra que la solución
definitiva a los problemas económicos que han aquejado al país es
conformar una estructura productiva integrada y abierta, que genere
empleo y bienestar, incorpore a toda la sociedad a la formación del
desarrollo y que la distribución dé sus frutos. Todo esto permitiría
elevar el nivel debida y, a su vez, generar un respaldo hacia las
instituciones. A su vez, es necesario fortalecer a los empresarios y los
grandes liderazgos pero como generadores de empleo y riqueza para el
país y no como defensores de los intereses de las multinacionales, así
como mejorar a fondo nuestro potencial artístico, científico y
tecnológico. El principal objetivo, entonces, tiene que ser, a partir de
todos estos complicados procesos que ya se vienen dando hace algunos
años, conseguir la igualdad, mediante la protección de los sectores
vulnerables, la salud, la educación, la cultura, la vivienda, el espacio
público y, principalmente ya que es un medio para llegar a todos estos
fines, el empleo. Para que todos tengan un trabajo, para que descienda
la pobreza y para que haya igualdad social en todos los rincones del
país, y desarrollar todos los potenciales que podamos, con el horizonte a
largo plazo de que el país sea potencia en la región y en el mundo y no
depende de otros países y grupos económicos que le pongan condiciones y
perjudiquen a toda la sociedad argentina, como ha sucedido en el
pasado. Ese es el objetivo para, al menos, los próximos 4 años.
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